jueves, 26 de julio de 2018

Conversaciones entre la maestra y la joven Mara V



Como cada amanecer, Mara hacía sus ejercicios de escritura y meditación. 

- Maestra, para qué estoy estudiando.
- Para ser cuidadora de rebaños.
- ¿Qué es una cuidadora de rebaños?
- Una especie de pastora de rebaños.
- ¿Y en qué se diferencian?
- La pastora de rebaños es muy estricta con las normas del rebaño, en cambio la cuidadora de rebaños es aquella persona que permite la libertad de la oveja.
- O sea que puede cambiar de rebaño cuando quiera.
- No solo eso, se puede explorar, se puede viajar, y se puede estar sola y meditar. Se puede ir y volver y quedarse y marcharse y no volver más.
- Ah, qué interesante.
- Lo es.
- ¿Y cómo cuidadora de rebaños también puedo dejar el rebaño y adentrarme en la montaña?
- Claro, somos muchas y vendrá otra a cubrirte.
- ¿Un rebaño siempre necesita una cuidadora?
- Un buen rebaño es aquel que está formado por ovejas cuidadoras, pero desgraciadamente esto no siempre sucede así por lo que hay que estar preparada. Saber dar el paso hacia adelante y también saber retirarse cuando la ocasión lo requiere.
- ¿Quieres decir que lo importante son los relevos?
- Todas deberíamos saber cuidar y permitir que nos cuidaran el alma.
- ¿Solo el alma?
- El ser, en verdad, como parte integral del universo. El ser con alma, espíritu, cuerpo y emoción.
- Qué hermoso lo que dices, maestra.

El sol se puso en el centro de las montañas, estableciendo un horizonte esplendoroso. La maestra hizo una señal a la joven Mara. De fondo se escucharon las campanas del pueblo. La brisa del lago alcanzó la estancia.

- Hoy tenemos queso de oveja y pan negro para desayunar -dijo la maestra.
- Qué rico.
- Es un regalo del pastor de la casa pequeña. Luego lo iremos a ver y se lo agradeceremos en persona. Es un buen pastor. Te toca observarlo y escucharlo toda la tarde.
- Pero la última vez no dijo nada, maestra.
- El silencio, querida niña, el silencio es lo importante. Aprende a escuchar el silencio y todo lo demás se abrirá.
- Sí, lo haré – dijo la joven Mara mientras saboreaba un trozo de queso con pan.
- El pastor de la casa pequeña es un buen pastor. Siempre está atento a lo que necesita su rebaño. En una semana parte para los campos del Norte, ¿te sientes preparada para ir con él?
- ¿Puedo?

A la semana siguiente la joven Mara partió con el pastor de la casa pequeña y su rebaño a los campos del Norte. Se cuenta que durante ese tiempo Mara empezó a afianzarse en el difícil arte de ser una misma sin diluirse en el conjunto del rebaño. 

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