domingo, 25 de junio de 2023

Conversaciones entre la maestra y la joven Mara VIII

 

La noche estaba estrellada y la maestra y Mara Truth se habían estirado sobre la hojarasca en el claro donde acababan de realizar una meditación de más de tres horas. Miraban, boca arriba, el cielo estrellado mientras una luz tenue de la luna creciente las acariciaba. Entonces, Mara arrancó a hablar con un tema que le preocupaba desde hacía mucho tiempo.

- Maestra, busco el amor pero se esconde. (Risas) Ya lo sé, lo dice la canción, pero es por eso que me viene a menudo y me sorprendo cantándola.

- ¿Hablas del amor de pareja, del amor de compañero o compañera de vida?

- Sí, maestra. A veces, me parece que es como si hubiera nacido con una gemela a la que tengo que encontrar en la vida y, de algún modo, reconocerla.

- Ponte de pie. Muy bien. Ahora haz una escultura con tu cuerpo.

- Muy bien. Haz otra. Eso es. Y otra. Vale, vale.

- ¿Y eso qué tiene que ver con el amor?

- El amor es un sentimiento blando, un sentimiento que invita a la descomposición en el sentido de desarmarse.

- ¿A descomponerse?

- Para ir al amor es imprescindible estar disponible para descomponerse y componerse y descomponerse y componerse… Porque el amor lo que hace es descompornerte para recomponerte.

- ¿Y cómo puedo ablandarme?

- Dejando cualquier tipo de rigidez a un lado. A veces va muy bien hacer el ejercicio de decir sí a todo, a cualquier cosa, aunque no tenga ni pies ni cabeza.

- ¿De verdad?

- Tienes que valorar que lo que aceptas no te perjudicará, pero es una actitud abierta y blanda, comprendes. Despréndete por completo de la necesidad de tener razón.

- Pero, ¿y si me colonalizan?

- Puedes decir sí, esperar a ver qué pasa y preservarte. Por supuesto, no se trata de ser sumisa.

- ¿Cómo, cómo?

Otro ejemplo, la próxima vez trata de aceptar una propuesta de amor aunque no estés cien por cien convencida.

- ¿Seguro?

- Prueba.

- ¿Aunque no me guste?

- El amor no siempre coincide con los gustos, el amor está por encima de gustos y juicios, de ahí que haya que abrir paso a su ola.

- Pero yo no puedo decir sí a cualquiera, no puedo.

- Por eso no llega, y si llega no lo ves. Si estuvieras completamente disponible convocarías al buen amor.

- ¿El buen amor?

- El buen amor no es el amor que queremos es el amor que la vida nos trae porque nos conviene para crecer, evolucionar y limpiar nuestra alma de otras huellas. Es el amor que hay que reconocer y al que hay que entregrarse, querida Mara.

- Maestra, a mí me parece que no estoy preparada para reconocerlo. Me miro y no me veo tan disponible.

- Quizás, quizás, quizás.

 
Mara y la maestra se echaron unas sonoras carcajadas cuya vibración caló tan fuerte entre las ramas que unos petirrojos y
unos herrerillos se asustaron y salieron en desbandada.

- En verdad, lo mejor que puedes hacer es relajarte y dejar que las cosas sucedan. Mejor no ir a buscar lo que ya está y solo falta que se manifieste.

- ¿Dónde está?

- En ti. Porque si en ti no hay amor, ¿cómo quieres que el verdadero amor venga a buscarte?

- Claro que hay amor en mí, maestra.

- Pues tu amor y el amor de la persona que viene se van a encontrar y os van a despertar para que os veáis.

- Ay, qué bonito.

De golpe, Mara empezó a bailar y a canturrear y la maestra la siguió en su danza simbiótica y alegre.

- Voy a confiar – dijo Mara y empezó a girar sobre sí misma cual derviche sufí.

- ¡Baila, Mara!