miércoles, 26 de diciembre de 2018

Conversaciones entre la maestra y la joven Mara VI




Solo habían transcurrido dos generaciones desde que la tierra y el ser humano sufrieran la debacle que nos llevó a la nueva situación de un planeta poblado por agrupaciones dispersas de personas. De lo que llegamos a ser apenas quedaban vestigios de algunos objetos rotos y los recuerdos transmitidos por los últimos abuelos y abuelas que crecieron con las autopistas de la comunicación global. El desastre de la guerra y las consecuencias de la devastación natural que había conllevado, había generado la creación de las personas conciencia cuya misión en la vida era recorrer el mundo para repartir memoria que previniera lo que había quedado de nuevas catástrofes.
La joven Mara se hacía mujer conciencia bajo la supervisión de su maestra en la cabaña al lado del lago Yagart en los días en que volvían a correr rumores de que un nuevo orden mundial se estaba preparando para apoderarse de los recursos que quedaban. Los hombres y mujeres conciencia habían intensificado su trabajo y alcanzaban los lugares más remotos para que la historia no se perdiera y pudiera construir barreras de protección en los alistamientos por hambre a los nuevos ejércitos.

- Mara, en unos días podrás salir a los caminos -le anunció la maestra a la joven Mara tras la práctica de la meditación en silencio.
- Maestra, ¿qué puede hacer la conciencia contra un arma?
- Mirar a quien la empuña directamente a los ojos, querida Mara. Un arma por sí sola es un objeto inánime, sin embargo quien la ostenta tiene alma.
- Pero amenaza con destrucción.
- Cierto, pero las almas siempre recuerdan. Hay que confiar en eso, querida niña.
- Maestra, creo en todo lo que me has enseñado en este tiempo. Sabes que caminaré hasta el final. Sabes que recuerdo para contarlo. Sabes que solo la muerte podrá parar mi cuerpo, pero esta mañana al caérseme la taza del desayuno y romperse en mil pedazos me ha entrado una desazón muy grande. He presentido una fragilidad que me ha hecho sentir débil. ¿Y si finalmente todo desaparece y nada sirve de nada?
- Mara querida, en nuestras manos no está evitar el futuro, no nos corresponde. Lo que tenemos a nuestro alcance es la ruta que hemos trazado para nuestras vidas. En esa entrega es donde encontrarás lo que ahora sientes zozobrar.

De pronto los cielos se abrieron y una turba de truenos y rayos empezaron a resquebrajar la visión tras la ventana de la cabaña.

- Ven, Mara, ven, contempla la fuerza de la naturaleza – le dijo la Maestra a la joven Mara que acudió presta.
- Cuando era pequeña me daban miedo las tormentas, ¿lo recuerdas, maestra?
- ¿Cómo olvidarlo? Venías a mi cuarto en plena noche y te metías a los pies de la cama haciéndote un ovillo – la maestra hizo una pausa y respiró profundo. La naturaleza emite sacudidas de gran belleza para que escuchemos su mensaje. Nada es eterno, querida Mara, pero mientras estemos sobre esta tierra a la que llegamos hace tanto tiempo que hemos olvidado nuestro origen, tenemos un compromiso que cumplir. Cada una de nosotras lo representa.

La lluvia empezó a caer copiosamente y la hierba de los prados la acogió con gratitud formando pequeños regueros de agua. La maestra y la joven Mara contemplaban con admiración el espectáculo natural con la ventana abierta. Algunas gotas de lluvia dirigidas por el viento chocaban contra sus rostros mientras ellas se dejaban hacer y cerraban los ojos.

- Maestra, cuando todo empezó a pasar en el tiempo de los abuelos, ¿qué crees que nos perjudicó más, el uso de la mentira o la manipulación?
- Mi maestra me dijo una vez que su maestra le había contado que su madre una vez le dijo que las gentes perdieron el sentido de la verdad en favor del sentido de la justicia que poco a poco se fue convirtiendo en una compensación absurda de afrentas. Pero es muy difícil de saber, querida Mara. Lo único que sabemos de hoy es que vivimos hoy y que todo lo que tenemos es nuestro presente y la memoria de algunos hechos concretos y particulares de los seres humanos que sobrevivieron. Por eso no hay una única historia en los hombres y las mujeres conciencia, sino muchas y muy variadas historias que conforman el mapa de lo que queda de nuestra conciencia colectiva.
- Maestra, pero ¿no corremos el riesgo de que la gente que nos escuche mienta deliberadamente o manipule lo que contamos?
- Joven Mara, cada persona tiene que hacer lo que tiene que hacer, sea lo que fuere. Porque nadie sabe qué cadena de consecuencias puede despertar un acto o una palabra. Lo que sigue es confiar. 

Se cuenta que Mara fue una de las más apreciadas personas conciencia de los primeros tiempos de la Nueva Era. Pronto empezaron a seguirla escribas que relataban con fidelidad sus andanzas, historias y discursos. Hasta hoy nos ha llegado su legado, que aunque también ha sido utilizado con fines distorsionadores y de provecho personal para el control de las gentes, todavía cuenta con la estela que desprende toda vida vivida en conciencia y compromiso con la paz.