Se dice que Mara Truth una vez le dijo a una alumna que estaba atribulada por la duda:
- Durante muchos años deseé tener un perfume Jean Paul Gaultier. Pero año tras año mi madre, una amiga, el compañero de mi madre, mi hermano o una vecina querida, me iban regalando otros perfumes. Algunos de manera reiterada, como Dark de Paco Rabanne o Sì de Giorgio Armani.
Mara Truth hizo una pausa y echó una carcajada que enseguida evocó la Mara joven que una vez fue, con mucha compasión y cariño.
- Me gustaban mucho mucho mucho esos perfumes. Incluso, una vez mi madre me regaló un perfume que le habían regalado a ella porque le parecía demasiado fuerte. Opium, que me encantó. Me lo ponía y al aspirar me iba a otra galaxia. Me parecía que ese perfume me hacía ser alguien especial. Lo digo en serio, querida.
Mara Truth y su alumna se echaron una buena ristra de carcajadas.
- Pero a mí no se me olvidaba mi deseo. Yo quería tener en mi mesita de noche el busto de vidrio que ilustra los perfumes femeninos de Jean Paul Gaultier. Tardó mucho en llegar el momento. Años y años. Pero un día en que hacía unos meses que no tenía perfume ni colonia, pensé, voy a comprármelo. Y me lo compré. Y como lo quería tanto y me gustaba tanto y me costó tanto tenerlo, solo lo utilizaba los fines de semana. Para que me durara más, me compré una buena colonia que utilizaba de lunes a viernes. Y, ¿sabes qué? Me di cuenta de que aunque ese perfume era maravilloso y me gustaba muchísimo y para nada había fallado ante las expectativas, no era mi perfume.
- No entiendo qué quieres decir con esta historia Mara -dijo la alumna.
Mara Truth echó otra sonora carcajada y dijo:
- ¡A veces, yo tampoco! Lo que quiero decir es que el camino del deseo no es el camino de la vida. Orienta, es cierto, pone piedritas que consiguen hacer algunos puentes, pero llega un momento en la vida en que conviene no vivir a expensas del deseo, que bebe de lo inexistente y fabrica ilusiones que se corresponden bien poco con lo que es.
- ¿Y qué es, Mara?
- Se es lo que se es y se pertenece a lo que se pertenece. Y, normalmente, se pertenece a lugares y a personas que no coinciden con la idea y el deseo que una se configura para seguir caminando.
- ¿Aceptación entonces?
- Más querida, entrega.
- ¿Incondicional?
- ¿Cuándo la entrega ha pedido condiciones?
Mara Truth y su alumna se miraron cómplices y se echaron a reír durante unos buenos minutos. Y todas las nubes preñadas de tormenta se fueron dispersando en el cielo hasta desaparecer. A la mañana siguiente, después de la primera meditación del día, la alumna se acercó a Mara Truth y le preguntó:
- Maestra, ¿y ahora qué perfume usas?
Mara Truth la miró unos segundos no exentos de sorna y al final respondió:
- ¡El mío!
Y las dos se echaron a reír con gran gusto.