Querida Mara,
Tu espíritu me
acompaña dondequiera que vaya. Eres luz, eres sombra y eres camino.
Eres presente. Siempre. Aquí y ahora. Aquí y ahora. Eres también
respiración: inspiración y exhalación.
Viniste a mí
porque ya vivías en mí. Tienes todos los nombres aunque te llame
Mara.
Eres unidad y
diversidad.
Tu mensaje es un
mensaje de paz. Pues conoces la guerra y la has atravesado. Tu
mensaje es amor pues conoces la ausencia del ser.
Tu mensaje es palabra pura inscrita en las entrañas del silencio.
Lo aceptas todo y
todo te es dado.
Regresas al sitio
donde viviste y nos contemplas con compasión.
Vives en el dentro.
Habitas el corazón.
Quietud. Paz.
Camino. Equilibrio.
En el silencio del
ser no hay preguntas, ni respuestas, ni dudas, ni certidumbres. Hay
el no ser. El todo.
La gracia te
acompaña y cuida de ti. Nada es finito. Nada es para siempre. Por
eso todo es paz, luz, sombra, descanso eterno. Iluminación sin
brillo. Sencillez máxima.
Los ríos, las
montañas, los mares, todos los animales, los seres vivos más
insignificantes son amor. Son totalidad efímera que es siempre
eterna. Pues nada se olvida en el cosmos y las estelas divinas son
guardianas del ser y el no ser.
En el estado del ser nada es
importante y ninguna pasión quema. El ser es no ser es ser en estado
de gracia con el todo.
Al mirarnos a los
ojos podemos vernos y aceptarnos en el otro, el otro siempre es
nosotros. Si nosotros accedemos al ser, el ser accede al otro.
Siéntate a
contemplar el fluir del agua, escucha su mensaje, permite la humedad
del alma.
Escucha tu
divinidad. Sé. No hay ayer. Ni mañana. Solo aquí y ahora.
Santa
Coloma de Gramenet, 6-9 de agosto de 2016
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