Se dice que Mara Truth dio la bienvenida a su primera promoción de alumnas y alumnos con este pequeño discurso:
- En el principio, el ser humano se sintió desvalido frente a la intemperie de la inmensidad desconocida que lo rodeaba y, más allá de su pequeña organización social como grupos itinerantes, nómadas, tribales, supo que debía confiar en algo superior, poderoso, visible e invisible. Para llamar su atención y, tal vez, para asegurarse su beneplácito o gracia, empezó a ofrendar a estas entidades superiores, divinas y poderosas, parte de lo que cazaba, de lo que generaba e, incluso, parte de su descendencia. La vida era abrupta, cruel, carente de emociones que hoy en día disfrutamos como la empatía, la esperanza o la compasión. Entonces existía la protección divina, el dolor, la muerte y la oscuridad de la noche.
Con el paso de los tiempos y la necesidad de que estos grupos de seres humanos, en inicio dispersos y aislados pero progresivamente cada vez más numerosos y fijos, el ser humano enseguida comprendió que todo iba mejor si hacía alianzas con otros seres humanos. Necesitaban cada vez más recursos para subsistir y alimentar a sus gentes. Entonces, un día, se inclina por la guerra para extraer de las comunidades vecinas lo que le hace falta a su clan, a su tribu, a su poblado o, más adelante en el tiempo, a su ciudad estado agraria.
Somos lo que somos, como estados territoriales, con nacionalidades o insignificantes identidades de las que, de una forma extraña a la vez que inevitable, nos sentimos orgullosos, porque en un momento dado la Humanidad, como especie extendida por toda la faz de la tierra, pasa de vivir en grupúsculos humanos a hacerse fuerte y atrincherarse en grandes ciudades estado que, a partir de la aparición en la historia de un soldado sumerio llamado Sargon, se agrupan en imperios.
Buena parte de su cohesión social, a pesar del ataque de enfermedades mortales, pestes o epidemias devastadoras, procede de la labor cohesionadora que efectúan sus religiones en la población. Labor cohesionadora que ordena a la vez que controla a la población y a los distintos estratos sociales en los que es prácticamente imposible ascender. La religión contiene el arte, la espiritualidad, la tradición, el reconocimiento como humanos con propósito trascendente, el mito, el rito, la potencia exaltadora de cánticos y danzas sagrados y, a partir de cierta época, una de las herramientas más poderosas que existen y existirán: la escritura. Recordad la frase “está escrito” y su tremenda contundencia.
La religión pretende la paz y la bendición en muchas de sus tradiciones, politeístas y, a partir del Zoroastrismo, monoteístas, incluso la compasión con el congénere y hasta con el enemigo y, por supuesto, con las clases más bajas, pero algo debe haber en la naturaleza humana que la hace imposible cuando se trata de la colectividad. En el nombre de Dios se han cometido atropellos, tropelías, masacres, carnicerías, abusos, genocidios, infinitas violaciones a mujeres, niñas y niños y otras lindezas difíciles de limpiar de sus, a veces, aparentes nobles propósitos.
La simplificación ignorante y reduccionista de la experiencia religioso-espiritual conforme a “si Dios existe, por qué permite tanta desgracia” unida al progreso de la ciencia y la medicina farmacológica, han ido construyendo sociedades, sobre todo las occidentales, que han erradicado la vida espiritual de la persona en su día a día a la par que han generado una creencia colectiva de fe quasi ciega en la ciencia y en la tecnología. Sustituyendo sin complejos la fe en lo intangible por la fe en lo tangible creado, supuestamente comprobado e ideado por el ser humano con sus recursos únicamente humanos.
Pero al final, queridos alumnos, queridas alumnas, el ser humano es finito y no puede ni podrá vencer a la muerte. Quizás, en algunos casos pueda ganar un poco de tiempo o facilitar la vida diaria, hacerla más llevadera para aquellas personas que sufren de males irreversibles. Y sí, eso también tiene un valor, hay que reconocerlo. Pero, ¿qué es el tiempo cuando hay desesperanza, depresión y desesperación y se ha olvidado por completo la paz interior, la paz de espíritu, la conexión con el ser verdadero y el sentido de la compasión?
La espiritualidad que os propongo, queridos alumnos, queridas alumnas, es un camino de vida con sentido y centro propio, para alcanzar la plenitud de la consciencia y mantener un lazo inquebrantable con la conciencia. Con humildad, constancia, fe y amor presentes en cada momento de vuestras vidas. Del mismo modo que otros campos de conocimiento se trabajan, se aprenden y se desarrollan, el espíritu también. Dedicación, disponibilidad, continuidad, amor y alegría son virtudes de las que el espíritu humano bebe de forma reversible y retroalimentada. Cuidad vuestro espíritu, vuestra mente, vuestras emociones: hacedlo a través del todo que es vuestro cuerpo. Habéis venido a aprender, os daré lo que sé, el resto corre de vuestra cuenta.
Cuidad vuestro espíritu y seréis personas sanas, pacíficas, equilibradas y prestas para aquello que tenga a bien señalaros la Divina Providencia.
Escuchad con vuestro espíritu y se os dará la gracia de vuestro propósito.
¡Aleluya!
Santa Coloma de Gramenet, viernes 23 de junio de 2022 – domingo, 28 de enero de 2024.
Mara Laura Freijo Justo