Estar presente tiene que ver
con habitar el momento, con ponerse debajo de la piel y hacer de
canal, dejar que el latido del corazón atraviese los poros. La
expresión que sale de allí es clara, limpia y sencilla. No hay duda
de que cuando se trabaja desde la humildad, la constancia y el
esfuerzo paulatino, el resultado que emerge transmite algo auténtico.
La
Real Academia Española nos dice que presencia
también es la memoria de una imagen o idea, o la representación de
ella. Traducida al lenguaje artístico, presencia
sería traer al mundo sus propios sueños y hacerlos creación. Pero
articular una pieza teatral de autoría compartida supone manejar un
archivo de imágenes y propuestas muy extenso. Encontrar la
composición que recoge todas estas voces y las pone en una misma
frecuencia, creando una narración, ha sido el trabajo que Consuelo,
junto con todo el equipo, han peleado hasta conseguirlo. Trabajar a
nivel coral como método de creación supone un desgaste enorme; es
difícil encontrar una única fórmula que ayude a administrar la
lluvia de propuestas, comentarios, imágenes, gestos, voces,
pensamientos, emociones, vaivenes y pausas que se han generado
durante el proceso de creación y ensayo. La estructura coral tiene
que ver con una organización interna donde cada elemento encuentra
su lugar exacto, y puede seguir así el flujo de energía que
conlleva la partitura puesta en acción. Mara Truth empieza con un
coro de mujeres moviéndose a la vez, siguiendo un gesto al azar que
una de ellas propone. Y la magia aparece en las transiciones, cuando
de un gesto pasan a otro sin que tan si quiera te des cuenta. Un
juego delicioso de ver cuando el trabajo que se ha hecho detrás es
pulcro, impecable, y con una escucha precisa e interiorizada. Es la
creación de la conciencia en la mirada que ve hacia dentro y hacia
fuera a la vez.
Hacer
un todo con las infinitas partes, es un reto que a estas alturas
traspasa la dimensión artística y nos lleva a hacer un viaje hacia
diferentes estructuras micro y macrovitales. Hablaría de política,
porque esta obra tiene mucho de posicionamiento y de opinión desde
la razón, pero también de sensibilidad hecha acción y de encuentro
con el otro/a. Hablar de Mara es hablar de una presencia simbólica que
nos une y nos da pie a imaginar, a expresarnos, a pensar, a
emocionarnos, a soñar, a reconocernos y, cómo no, a enfadarnos, y
a aburrirnos, y a desanimarnos, y a frustarnos también. Si el mundo es
aparentemente dual, Mara hace de puente, de unión entre las
distintas unidades.
Trabajar
con Consuelo siempre va vinculado a una experiencia íntima y
personal de transformación. Creo que es su total entrega lo que hace
que nadie se escape de estar con una escucha absoluta. Te invita a
volcar desde la humildad más sincera, tu material inconsciente, y a
usarlo en función de lo que la pieza necesite. No hay tregua: con
Consuelo, o estás, o no estás. Y esta ha sido la pelea y la
evidencia de este proceso de creación que justo acaba de empezar,
que está en su primer año de investigación y va hacia una
depuración creativa que se descubrirá trabajando desde esta escucha
tan especial. Y todo, porque como creadores/as y espectadores/as,
necesitamos que se cuenten las historias del mundo, en este
caso,narradas por mujeres presentes.
Barcelona,
20 de enero del 2013
Mireia
Plans Farrero, fotógrafa
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